13 febrero 2009

El viejo conocido

Ayer estaba andando por el vestíbulo de Atocha, buscando la salida como un turista, cuando como quien se encuentra con un viejo conocido, tropezé con la cúpula-monumento del 11M.

Sorprendida, no sabía que estaba allí. Como una tienda más del metro, como un bar de bocadillos, para ayudar a las esperas en la estación. Paredes transparentes, con vistas al interior. Creía que era un Imaginarium, pero las tiendas no tienen personal de seguridad en la puerta.

No lo conocía, y no había nadie: entré. Una sala azúl mar profundo, vacía. Muy vacía (Las cosas pueden estar vacías o no estarlo, lo sé. Pero el vacío en si mismo...es muy vacío, creedme)

En la entrada, entre dos puertas de seguridad, los nombres escritos.
En el techo, una cúpula desinflada, como un mal día, como un mal recuerdo. Sobre ella, los textos que escribieron con lapiceros, con tiza, con el mismo alma cuando mancha, la gente en los pasillos de Atocha.

Como un viejo conocido viene a saludarte, se me han saltado las lágrimas.
Sin ni siquiera leer un fragmento, ver una imagen. Sin oir un testimonio.
Sólo con el sufrimiento, la angustia, la decepción flotando en el aire presurizado de la sala. Sólo con el rumor lejano del pasado. Con el recuerdo, no de los hechos, sino de las impresiones.
Serían las mismas lágrimas del 2004. Las viejas lágrimas, a veces olvidadas.

Impresiona.

Azúl, y vacío.

Aún desinflado, impresiona mucho.

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